DE LA LIBERTAD AL VASALLAJE

09.04.2024

Por Alejandro Olmos Gaona

Conocemos de sobra las reiteradas expresiones del sujeto que funge como Presidente de la Nación en favor de la "libertad", que para él no debe tener restricción alguna, excepto para criticarlo o cuestionar sus decisiones. En ese caso el que se atreva es rápidamente insultado y descalificado. Para la concepción mileista como para la de sus adláteres, como Benegas Lynch, que es capaz de decir todos los disparates imaginables, el obsecuente de Adorni, que disfruta ante cada despido, la vulgar y precaria ministra de Seguridad, que hace un culto de la violencia, porque no pudo ejercerla adecuadamente durante los 70, la libertad vale únicamente para los mercados y los grupos dominantes, que deben carecer de toda restricción en sus acciones, ya que siendo el "Estado" una organización criminal tiene que verse impedido de poder limitar las habituales tropelías que ejercitan, para llenarse cada vez más de dinero, que es el único objetivo de sus acciones.

Las personas para la gentuza gobernante, somos solamente cifras estadísticas que pueden ser manipuladas a voluntad, especialmente ante ese ejército de trolls mileistas que abundan en las redes sociales, y cuya capacidad intelectual está demostrada al ser incapaces de exponer una idea. Solo se limitan a insultar como su jefe o a descalificar, cosa que he probado reiteradamente estos días ante algunos videos que he dado a conocer. Y cuando hablo de los mercados y otros, es precisamente porque los mismos, defraudaron al pueblo argentino en más de 400.000 millones de dólares, cifra actualizada a hoy, de lo que hicieron no solo durante a dictadura militar, sino aún durante la década del 90, como está ampliamente documentado en el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N° 2, Secretaría N° 4, en las causas Olmos I, Olmos II y Olmos III.

Lo que todavía ocultaba Milei mas allá de su conocida adhesión a las políticas de EE.UU. e Israel, y esa veneración por Trump, Bolsonaro y cuanto idiota ha podido ejercer en algún momento el poder político de un Estado, era que tenía vocación de vasallo, y que podía arrastrarse ante aquellos que manejan el poder real. Nunca creí posible que esa vocación servil la pusiera de manifiesto tan ostensiblemente, afectando la dignidad del Poder Ejecutivo que ejerce cada vez de la peor manera.

En los coloquios de Fu Lao Chang, que leí hace años, me vino a la memoria un precisa descripción de los mitos y de los símbolos. En esa simbología, el viejo maestro percibía la existencia de causas profundas, que no deben tomarse como algo irrelevante o circunstancial. No podía dejar de recordar sus enseñanzas ante el enorme valor simbólico de la visita de Milei a la generala Laura Richardson, a cargo del Comando Sur de los EE. UU. Ella vino de visita a la Argentina preocupada por la geopolítica que lleva adelante China en esta parte del continente, por la base aeroespacial en Bajada de Agrio en la provincia de Neuquén, y fundamentalmente por el negocio del Litio, ya que la Argentina, es el segundo poseedor mundial de ese recurso.

Para entrevistarse con Milei como seguramente era su propósito resultaba necesario solicitar una audiencia como es de práctica. Si él quería verla, lo usual es que ella viajara a Buenos Aires para la reunión. Pero no, los vasallos siempre se inclinan ante los amos; el alma esclava no les permite tener actitudes dignas, porque ello iría en contra de su condición. Es por ese motivo que el Presidente Milei, viajó a Ushuaia, a inclinarse ante la generala y expresarle la incondicional adhesión de nuestro país al suyo, y el total acuerdo con las políticas que lleva adelante. También según se informa, se habría hablado de una posible base norteamericana en la Patagonia, lo que no sería sino continuar con decisiones que han llevado a permitir que militares norteamericanos se instalen en el Río Paraná. El gobernador de Tierra del Fuego, tuvo má dignidad que el presidente y se negó a recibir, a quien viene a ejercer indisimulada presión política. -sobre lo que debemos hacer-

En nuestra historia hemos conocido acciones tendientes a inclinarnos ante los poderes europeos, y es conocido el ofrecimiento del Gral. Carlos de Alvear a Gran Bretaña, para que nos gobernaran. También se sostuvo que de alguna manera éramos parte del imperio británico, como lo expresó en Londres el Vicepresidente Roca en 1933, cuando el Tratado firmado con Mr. Runciman, y más cerca la obsesión por las relaciones carnales con EE.UU. del menemismo. A pesar de tales miserabilidades, siempre se buscó que la República no apareciera tan evidentemente claudicante ante el poder de los imperios. Pero con Milei todo es distinto ya que al carecer de respeto por la propia investidura que ejerce, no trepidó en disfrazarse de militar, e ir al besamanos de la generala que seguramente quedó sorprendida, ante una actitud tan impropia de un jefe de Estado, por más que ella represente a la fuerza armada más poderosa del planeta.

Sabemos de sobra, como EE.UU. ha ejercido desde siempre su pretensión imperialista, utilizando todo tipo de recursos para expandirse territorialmente y sojuzgar pueblos enteros, aunque dándoles cierta fachada democrática en algunos casos. Los testimonios y las evidencias abundan, y demuestran que no fueron acciones ocasionales de algún presidente, sino que fue el criterio predominante con el cual ese país nació y que explicitaron sus personajes más prominentes.

Existen extensos estudios sobre las peculiaridades hegemónicas de los EE.UU. pero en la Argentina siempre tengo presente un excelente y documentado libro de Carlos Ibarguren Aguirre, hijo del eximio historiador de ese nombre, y él mismo un profundo conocedor de la historia del país y de Latinoamérica. En esa agotada obra que se llama "De Monroe a la buena vecindad" Ibarguren muestra no solo los criterios geopolíticos con los cuales se desarrolló EE.UU. desde su independencia, sino la depredación territorial que llevó a cabo durante toda su historia. Ibarguren muestra que John Quincy Adams sostuvo que:

"El mundo debe familiarizarse con la idea de considerar al continente americano como nuestro dominio natural" y que expuso sin eufemismos Eliu Root, que fuera secretario de Estado de los Estados Unidos y prominente figura política de su país, al decir: "Nuestra misión manifiesta de controladores de los destinos de toda América es un hecho tan inevitable y lógico, que se ha llegado hasta discutir las medidas de que nos valdremos para llegar a esa finalidad. Pero nadie duda de nuestra misión y de nuestro propósito de cumplirla, o, lo que es más significativo, de nuestro poder para realizarla. En la segunda mitad del siglo XX, los que estudien el mapa se sorprenderán mucho de que hayamos esperado tanto para redondear las fronteras naturales de nuestro territorio hasta llegar al Canal de Panamá, y del otro lado, hasta el continente meridional [...]. Con los latinoamericanos, nada existe, ni podemos tener nada en común, si exceptuamos la buena voluntad que mutuamente nos profesamos; pero por grandes que sean esos buenos deseos, no bastan para llenar el abismo que nos separa [...]. Si acaso fuera posible que las nacionalidades latinoamericanas comprendieran el <self Government> y el <self control>, entonces, el panamericanismo sería una hermosa realidad, y no necesitaríamos aprender a mandar en idioma español; pero, ¿Pueden o saben ellos gobernarse? Díganlo Haití, México, Colombia, Panamá, y del otro lado hasta el continente meridional [...]. En manos de esos pueblos está su propia suerte, pero dudo que sea buena, si no es bajo nuestro protectorado" A su vez el presidente William Taft expresó contundentemente: "No está lejano el día en que tres banderas de estrellas y barras señalen en tres sitios equidistantes la extensión" de nuestro territorio, una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro de hecho, como en virtud de nuestra superioridad de raza ya es nuestro moralmente"

En este nuestro tiempo, este presidente indigno, olvidando que representa a la Nación, hizo lo que jamás ninguno de nuestros presidentes había hecho. Puso en evidencia el grado de estulticia y servilismo que tiene, simbolizando con su actitud, el concepto que tiene de su propio país, y la necesidad de mostrar hasta donde es capaz de arrastrarlo, en una política totalmente incompatible con la mejor tradición argentina. Cabría recordarle a Milei, que un presidente argentino, que él no creyó conveniente incluirlo en el Salón de los Próceres, el Dr. Roque Sáenz Peña, fue uno de los más fervorosos impugnadores del sistema que quería imponernos EE.U.U. y lo puso de manifiesto en la Conferencia Panamericana realizada en 1889 en EE.UU, donde se enfrentó a tales decisiones hegemónicas.