EL INTENTO DE ASESINATO DE CFK

16.09.2022

Por Juan Alberto Rambaldo

El 01 de Setiembre la Argentina atravesó un momento crítico ante lo que aparece como una inesperada tentativa de asesinato de la Vicepresidente de la República, Dra. Cristina Fernández de Kirchner.

Ante una multitud que festejaba la presencia de la vicepresidente frente a su domicilio, un sujeto identificado como Fernando Sabag Montiel, mezclado entre los manifestantes, sorteó la custodia y apuntó a la cabeza de la Dra. Kirchner con una pistola Bersa calibre 32 y gatilló en dos oportunidades (o más, según algunas fuentes periodísticas) sin que se produjera el disparo.

El agresor fue detenido por los militantes presentes en el lugar y la pistola fue encontrada en el piso (pericias posteriores indicaron que el arma contaba con cinco balas en el cargador pero ninguna en la recámara).

Según sus propias declaraciones, la Dra. Fernández de Kirchner no advirtió lo que había sucedido y recién se enteró cuando los custodios la hicieron entrar en su domicilio y le explicaron la situación. Ella misma declararía luego que es muy difícil la tarea de los escoltas en la tarea de custodiarla, por su inveterada costumbre de acercarse a la gente moviéndose de un lugar a otro sin seguir los protocolos establecidos previamente para cada caso.

Inmediatamente después de ocurrido el hecho, como no podía ser menos, se sucedieron especulaciones de todo tipo, desde algunos (muy pocos) que llegaron a afirmar que se trataba de una "puesta en escena" de la vicepresidente para crear sentimiento de apoyo en su favor, hasta el supuesto de que se trataba de un "sicario" que respondía a quién sabe qué intereses.

Es absolutamente improbable que se tratara de este último supuesto porque, si el objetivo a cumplir era el de matar a la vicepresidenta, un asesino profesional nunca hubiese cometido el error burdo de omitir ubicar las balas en la recámara de la pistola.

También hay que descartar la existencia de "una farsa montada" porque el hecho de que el agresor gatillara en dos o más oportunidades es un claro indicador de que su intención era que el disparo se produjese. A eso debe sumarse la reacción del espectro político opositor que fue prácticamente unánime en el sentido de "repudiar el atentado", cosa que no hubiese sucedido si tal supuesto fuese medianamente verosímil.

Entiendo que tampoco podemos caer en la simpleza de que se trató del acto de un "lobo solitario" que -sin ayuda alguna- sorteó armado la custodia e intentó el disparo a centímetros de la cabeza de la vicepresidente.

Se sabe -por lo que ha expresado en su sitio de internet- que el matador fallido es un activo agitador en contra del peronismo y el kirchnerismo, así como un xenófobo que también centra sus ataques contra los inmigrantes (bolivianos, paraguayos, peruanos) a los que califica como vagos.

Aparentemente -y la presencia de un tatuaje del sol negro así lo indicaría- se trata de un sujeto de ideología neonazi que pertenecería a un grupo próximo o vinculado a los que dejaron bolsas mortuorias en frente de la Casa Rosada y promovieron mensajes amenazantes con guillotinas y pedidos de muerte contra la vicepresidente y otros miembros del Gobierno.

A esta altura del análisis surge la pregunta acerca de si estos pequeños grupos actúan solos.

Existen detalles que hacen sospechar en la existencia de algo más profundo que los alentaría para esto. De las investigaciones realizadas surgiría que se estuvieron realizando tareas de inteligencia en forma previa al día del frustrado atentado; asimismo, extraña lo fácil que le resultó al agresor sortear la custodia de la Policía Federal y llegar tan cerca de la vicepresidente con un arma de fuego; además, el celular de Sabag Montiel fue incautado por la Policía Federal, la que debía desencriptarlo y -al no poder hacerlo- se lo llevó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria que poseería mejores elementos técnicos, lugar al que llegó encendido, en un sobre abierto y "reseteado de fábrica".

Respecto de esto último, el ingeniero en electrónica Ariel Garbarz, perito y experto en ciberseguridad, en una entrevista que le hiciera el periódico "El Ciudadano", lo primero que expuso en forma definitoria fue que "se hizo casi todo mal. En todas las causas que yo trabajé como perito nunca vi semejante manipulación de una prueba tan importante...", y siguió: "...está muy claro que se hizo adrede, no lo hicieron peritos ni de la Federal ni de la PSA que saben muy bien cómo evitar que se borren los datos en un celular. Así que ahí hubo alguna maniobra de personas todavía desconocidas que manipularon ese celular porque llegó con el sobre abierto y tenía que llegar con el sobre cerrado". (El subrayado me pertenece).

Pero, observando lo sucedido desde otro lugar, inmediatamente aparece el interrogante acerca de lo qué hubiese podido llegar a acontecer en el caso de que se hubiese concretado el magnicidio.

Todo hace pensar que -de haberse efectivizado el asesinato de la vicepresidente- la situación social se hubiese tornado caótica, poniendo en crisis la estabilidad de un gobierno jaqueado por las dificultades en materia económico-social.

Sin lugar a dudas las emociones se hubiesen exacerbado, los enfrentamientos y deseos de represalia hubiesen conducido a una profundización violenta de la "grieta" que divide a la sociedad argentina y, casi con seguridad, se hubiese requerido de la acción represiva para controlar la violencia.

Entonces, ¿quién o quiénes están detrás de las acciones de estos grupos minúsculos de ideología neonazi? ¿cuáles son los verdaderos objetivos que se persiguen?

La historia indica que siempre la acción de los fanáticos que se abrogan la tarea de limpiar la sociedad se encuentra impulsada por aquellos que los usan como operadores. Esos son los verdaderos ideólogos que fogonean esas acciones para el logro de sus objetivos ocultos.

Cuando pienso en esto mi imaginación se retrotrae a situaciones del pasado que determinaron que el control del Estado cayera en manos de estructuras ajenas a la organización republicana y respecto de las cuales asusta la sola posibilidad de que se repitan.

La ciudadanía y los partidos políticos verdaderamente democráticos -sin renunciar a sus posiciones ideológicas- deben tener memoria y unirse en la resistencia por la defensa de la república y de la soberanía nacional.