ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

15.08.2023

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de la Madre María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo. 


Por Gloria Pautasso

La Asunción también es celebrada por la Iglesia Ortodoxa, que la conoce como "dormición".

En 1892 se realizó una investigación con expertos que vinieron de Europa, según indicaban las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick, y las declaraciones de los últimos descendientes de los cristianos de Éfeso, Turquía, que mantenían de generación en generación una tradición secular desde la época en que María Santísima vivía junto con el apóstol Juan en una casa ubicada sobre el monte Bulbuldag en Éfeso, donde todos los años iban a celebrar el 15 de agosto "La Dormición de la Virgen María" en una ermita denominada Panaya Kapulu, que en griego y turco significa "Casa de la Virgen Santísima". 

Se realizaron las excavaciones y estudios arqueológicos sobre el lugar y encontraron con total exactitud las ruinas de lo que Ana Catalina Emmerick, en sus visiones, describió como el lugar donde vivió la Virgen María hasta su Asunción en cuerpo y alma a los cielos. Hay que tener en cuenta que Ana Catalina Emmerich vivió entre 1774 y 1824 y nunca salió de su país.

Ana Catalina Emmerick 

Coesfeld, 8 de septiembre de 1774 – Dülmen, 9 de febrero de 1824 

Ana Catalina fue una monja canonesa agustina, mística y escritora alemana. Desde pequeña decía tener visiones en las que se le aparecía Jesucristo cediéndole su cruz. Cuando tenía 24 años le empezaron a aparecer heridas sangrantes, estigmas que se hacían visibles periódicamente en Navidad y Año Nuevo; la primera de ellas, el 29 de diciembre de 1812. Durante sus últimos años de vida se alimentó solamente con la Eucaristía. ​

Sus visiones fueron descritas por Clemens Brentano, poeta y novelista del Romanticismo alemán.

Para algunas iglesias ortodoxas la tradición sobre esta fecha relata que: "La Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón, cerca de Jerusalén, cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se La llevaría consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los Apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó Su purísima alma. Los Apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a Su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de Sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. 

Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba. Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el Apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar Su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, Su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaban las mantas funerarias. Los asombrados Apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los Apóstoles: "¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!"

Visiones completas de Ana Catalina Emmerick

 -  Según fueron recogidas por Clemente Brentano y Guillermo Wesener  -

Llegada de los apóstoles para la muerte de María Santísima

En la noche de la sepultura sucedió la Asunción de la Virgen al cielo con su cuerpo. He visto varios apóstoles y mujeres esa noche rezando ante la gruta o mejor dicho, en el jardincito delantero.

He visto bajar del cielo una senda luminosa y tres coros de ángeles rodeando el alma de María que venía resplandeciente a posarse sobre la sepultura. Delante del alma venía Jesús con Sus llagas luminosas. En la parte interior de la gloria donde estaba el alma de María, se veían tres coros de ángeles, la más interior parecía de caras angelicales de niños pequeños; la segunda hilera eran caras de criaturas de seis a ocho años, y la más exterior eran jóvenes. Solo se distinguían bien los rostros: el resto del cuerpo era como una estela luminosa algo indeterminada.

En torno de la forma de la cabeza de María había una corona de ángeles. No podría decir que es lo que veían los presentes; yo sólo veía que miraban arriba, llenos de admiración y emoción. A veces, llenos de maravilla, se echaban con los rostros al suelo. Cuando esta aparición se hizo más clara y se posó sobre el sepulcro, se abrió una senda desde allí hasta la celeste Jerusalén.

Cuando días después estaban los apóstoles rezando en coro, llegó el apóstol Tomás con dos acompañantes. Era uno, el discípulo Jonathán Eleazar y un criado del país de los Reyes Magos. Tomás quedó muy afectado al ver que María había sido ya depositada en su sepulcro. Lloró amargamente y no podía consolarse de haber llegado tan tarde.

Con su discípulo Jonathán se echó de rodillas llorando muy afligido ante el lugar que había sido el tránsito de María. También lloró delante del altar allí erigido. Los apóstoles que no habían interrumpido su canto coral de los salmos, acudieron entonces; lo alzaron con cariño, lo abrazaron y le ofrecieron pan, miel y alguna bebida. Después lo acompañaron, llevando luces al sepulcro.

Dos discípulos apartaron las ramas del arbusto, Tomás y Eleazar oraron delante del sepulcro. Juan abrió las tres pretinas que cerraban el cajón, dejaron la tapa a un lado y vieron, con gran maravilla, el sepulcro vacío.

Solo estaban allí las sábanas y las telas con las que habían envuelto los sagrados restos. Todo estaba en perfecto orden. La sábana estaba corrida por la parte del rostro y abierta por la parte del pecho, las ataduras de brazos y manos aparecían abiertas, puestas en buen orden.

Los apóstoles levantaron las manos en lenas de gran admiración y Juan grito: "No está aquí". Los demás se acercaban, miraban, lloraban de alegría y admiración; oraban con los brazos levantados y los ojos en lo alto y se hechaban al suelo pensando en la luz que habían visto la pasada noche. Luego tomaron todos los lienzos y el cajón consigo como reliquias, y llevaron todo hasta la casa, orando y cantando salmos en acción de gracias.

Cuando llegaron a la casa, puso Juan las telas dobladas delante del altar. Tomás y los demás rezaban. Pedro se apartó un tanto preparándose para los misterios. Luego vi celebrar la Misa delante del Crucifijo de María, y a los demás apóstoles detrás de él, en orden, orando y cantando. Las mujeres estaban junto a la puerta y cerca del hogar.

El criado de Tomás tiene aspecto de extranjero: ojos pequeños, huesos de las mejillas alzados, frente y nariz hundidas y color moreno. Ya estaba bautizado y era sencillo en su modo de ser, muy rendido y humilde. Hacía todo lo que se le ordenaba: quedaba de pie o sentado conforme a lo que le decían; volvía los ojos adonde se le indicaba; iba y venía según le mandaban y a todos sonreía. Cuando vio que Tomás lloraba, lloró él también. Fue inseparable compañero y ayuda de Tomás, y lo he visto alzar piedras muy grandes cuando Tomás edificaba alguna capilla.

A los apóstoles los veo con frecuencia reunidos contando en qué países estuvieron de misión y lo que les pasó en ellos. Antes de separarse los apóstoles para volver a sus respectivos países, fueron a la sepultura y cavando y echando tierra e impedimentos, hicieron imposible el acceso a la gruta.

De una parte de esta dejaron un acceso hasta la pared con un pequeño boquete para mirar adentro. Este sendero era conocido solo por las santas mujeres que habitaban allí. Sobre la gruta erigieron una capilla con maderas y esteras cubierta con colgaduras.

El pequeño altar interior era de piedra con una grada también de piedra. De las letras del altar colgaron una tela donde estaba bordada la imagen de María en su vestido de fiesta. El jardincito fue transformado, como asimismo las estaciones del Vía Crucis y recorrido entre rezos y cánticos.

El espacio donde había tenido la Virgen el Crucifijo, su altar y su dormitorio fue transformado en iglesia, la criada de María, ocupó la pieza delantera y Pedro dejo allí a dos discípulos para cuidar a los cristianos que vivían en los contornos.

Los apóstoles se despidieron después de abrazarse una vez más y de haber celebrado la Misa en la pieza de María.  Algunos volvieron más tarde, según la ocasión, a este lugar para rezar. He visto que en algunos lugares los fieles erigían capillas imitando la forma de la casa de María y que el Vía Crucis y el oratorio de su sepultura eran muy visitados en años posteriores por los primitivos cristianos.

Tuve una visión referente a la devoción a María en los tiempos primitivos. Una mujer de las cercanías de Éfeso tenía gran devoción a la Virgen y habiendo visitado su casa y visto el altar, mando a hacer uno semejante en su casa, el cual lo cubría con un tapiz de muy subido precio. Años después la mujer empobreció y tuvo que vender el hermoso lienzo del altar de María, y lo hizo a una mujer cristiana casada.

Cuando llegó la fiesta de la Asunción se conturbó mucho por no tener aquel hermoso lienzo con que adornar el altar de la Virgen. Con esta aflicción determinó ver a la mujer que le había comprado el lienzo pidiéndole que se lo prestara, solo por un día, para adornar el altar de María, esta mujer, que había tenido dos criaturas gemelas, no quiso acceder a su petición y el marido llego a decir: "María está muerta y no necesita esta prenda; en cambio mi mujer que la ha comprado la necesita".

La piadosa mujer se alejó muy contristada y expuso su pena a la Virgen. Esa misma noche vi lo que paso en la casa de aquella familia. Se apareció la Virgen, con rostro airado y les dijo que en castigo de su dureza para con la pobre mujer, morirían sus dos hijos gemelos y ellos se verían reducidos a mayor miseria que la de la pobre mujer.

Los dos despertaron con cierto temor, aunque lo tuvieron por un simple sueño al principio, pero fue grande su espanto cuando encontraron a sus dos hijos muertos. Recién entonces, reconocieron su grave culpa y el hombre fue con mucha humildad a presentar a la mujer pobre la tela pedida para la fiesta de María, y así, obtuvieron que no se realizara la otra parte del castigo con que se les había amenazado.

En la casa solo quedaba Juan Evangelista; los otros han partido. Vi a Juan, en cumplimiento de la orden de la Virgen Santísima, repartiendo la ropa que había dejado la Virgen a la criada y a otra mujer que venía con frecuencia a ayudar en los quehaceres de la casa. En el armario se encontraron algunos objetos procedentes de los tres Reyes Magos.

Vi dos largas vestiduras blancas, varios velos, colchas y algunas alfombras, vi también aquel vestido listado que María habia llevado en las bodas de Cana y que se ponía cuando hacía el Vía Crucis. De este vestido, poseo un trocito. Algo de ello fue a la Iglesia, así se pudo hacer un adorno sacerdotal para la iglesia de Betesda con el hermoso velo nupcial de color celeste, bordado de oro y sembrado de rosas.

En Roma quedan todavía reliquias de esta prenda. Yo las veo allí, pero ignoro si alguien conoce estas reliquias. María llevó estas prendas en la época de sus esponsales y nunca más después. 

Todas estas cosas se hacían silenciosamente; todo procedía bien y en secreto, pues no había aún esa agitación, esa inquietud tan propia de nuestros tiempos. La persecución no había llegado a desarrollar la red de espionaje y todo se hallaba aun en paz en torno de la comunidad cristiana.

¿Por qué son diferentes la Ascensión del Señor y la Asunción de María? 

Cuando hablamos de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, nos referimos a la exaltación de la naturaleza humana de Cristo; su regreso al Padre. Después de haber resucitado, Jesús, se aparece durante 40 días, y al final de ese periodo deja de manifestarse visiblemente para ser exaltado junto al Padre. Así lo expresamos en el Símbolo de los Apóstoles: 

"Jesucristo…, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso". A partir de ese acontecimiento histórico, y a la vez trascendente, la Iglesia espera su retorno glorioso: "Ven, Señor Jesús".