EL ESTADO DE CONCIENCIA

15.01.2024

Lo más importante no es ir al paraíso o al infierno, claramente tenemos que trabajar para ir a la Luz pero lo que tenemos que aprender de Cristo es algo más. El mayor de los éxitos para un espíritu es alcanzar esa conciencia capaz de dominar los tres estados. Hablamos como hablaba Dante Aliguieri: Paraíso, Purgatorio e Infierno.

Estas tres situaciones, estos tres estados pueden ser dominados por el "Estado de Conciencia" de un Espíritu, es decir, cuando el espíritu toma conciencia de la Verdad Crística:

"Quien cree en mí no morirá jamás"

"Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"

"Juan el Bautista bautizaba con el agua pero el Hijo del Hombre bautiza con el fuego"

"De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso""

Jesús les pregunta a los apóstoles:

'Y vosotros ¿Quién decís que soy yo'?" "Y Pedro en nombre de todos los apóstoles le respondió: 'El Cristo (El Mesías) de Dios'."

Y Cristo dijo también:

"Tú no eres más que el Padre que está en ti y que te ha hecho hablar así".

Éste es el estado de conciencia. Es decir, cuando tú, hombre, vives a Cristo, Cristo está dentro de ti y tú manifiestas el amor de Cristo, la esencia Crística, la Cristificación, te conviertes en dueño del paraíso, del purgatorio y del infierno. A cualquier lugar, o estado, que la Inteligencia Cósmica quiera enviarte vivirás siempre en la Luz.

A veces mis enemigos me dicen "¡Tu irás al infierno!" Pero yo les respondo que si el Padre me quisiera enviar al infierno yo no haría otra cosa que intentar convertir a los demonios para que también ellos puedan seguir a Cristo. Seguramente sufriría inicialmente en ese mundo de sufrimiento pero luego entraría en mi estado de conciencia y viviría esa situación como un servicio a Cristo. Cuando un ser comprende esto, ya no tiene que temer el juicio, porque tiene a Cristo dentro suyo. El mayor éxito para un ser humano es éste. No es fácil, significa anularte a ti mismo, ofrecerte totalmente al Cristo Cósmico.

Si entras en este estado de conciencia cualquier cosa que te pase en la vida terrenal o en la espiritual la vivirás siempre con una gran paz interior y nunca más sufrirás un tormento. Esto significa que has alcanzado la Luz, porque la vives interiormente. Alcanzar la luz afuera también es algo maravilloso pero alcanzarla interiormente es el mayor de los éxitos, ese es el verdadero paraíso porque amas siempre. Es por ello que el reino de Dios está dentro de nosotros.

Cristo capta el estado de conciencia que tiene uno de los dos ladrones y lo premia. En cambio el otro no lo reconoce. Luego, otra parábola nos cuenta que un fariseo y un pecador se encuentran rezando en el templo. "El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera:

'Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano'.

Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:

'Dios, se propicio a mí, pecador'.

Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido" (Lucas 18,9-14).

Cristo enaltece al pecador que se humilla y lo premia. En cambio no premia al otro que se enaltece a si mismo. ¿Por qué? Porque el estado de conciencia de ese pecador era más elevado con respecto al de aquel que aparentemente era bueno.

Cuando estamos desunidos, o cuando somos envidiosos, celosos, cuando estamos tristes, nuestro estado de conciencia es bajo, más humano, y es tentado. Cuanto más unidos, en armonía con los valores crísticos, cuanto más sedientos de justicia por los demás y no por nosotros mismos, más aún se amplifica nuestro estado de conciencia.