OFRECER LA VERDAD SIN IMPONERLA

22.02.2024

La misión primordial que tenemos para evitar la segunda muerte es la de transmitir el conocimiento, de liberar a la gente de la ignorancia. La verdad que hemos recibido la tenemos que transmitir al prójimo con amor, viviéndola. No tenemos que transmitirla y nada más, tenemos que vivirla.

Tenemos que vivir la verdad que es sacrificio, amor, sentimiento de justicia, tolerancia, amistad, etc, todo en relación a Cristo. Se está acercando el momento en el que las personas, por miedo, se empezarán a acercar a la iglesia de Juan, ya que ocurrirán muchas cosas. Doy un pequeño ejemplo: el día que dimitió el Papa, en mi página de internet que es visitada por unos mil quinientos lectores por día, casi cincuenta mil por mes, entraron miles de visitas en una única jornada.

Eso sólo porque el Papa dimitió. Ahora, si una catástrofe azota la ciudad de Milán destruyéndola, o si una astronave aterriza en Roma, mi página explotaría. Cuando los acontecimientos lleguen uno detrás del otro las personas vendrán a buscarme y si vosotros formáis parte de la Iglesia de Juan tenéis que responder porque conocéis la verdad. Nuestra Obra habla sobre todo a través de los acontecimientos. Yo sé que esto ocurrirá y os tenéis que preparar, incluso físicamente, porque os tocará responder a miles de personas. Si no estáis en forma, también física, no podréis hacerlo.

Tenemos que difundir de la manera en que nos sea posible hacerlo. Sin imponer, así como estamos haciendo. En este momento el Cielo nos dice: tenéis que seguir adelante y hacer cada vez más, tenéis que ser fuertes en lo que estáis haciendo, no tenéis que aflojar, ni os tenéis que debilitar, no tenéis que perder la fe, porque el maligno hará de todo para que lo hagáis.

Nuestra vida cotidiana no cambiará, a pesar de los acontecimientos. Os cuento una anéctoda de Cristo, para que podamos comprender su enseñanza. Escuchad con atención porque esto es lo que viviremos y lo que ya estamos viviendo. Hace dos mil años, precisamente en estos días del año, Cristo fue crucificado. Los apóstoles dejaron todo para seguirlo, viviendo el momento más grande de la historia del mundo, porque fueron testigos de milagros: la resurrección de Lázaro, la curación de todos los enfermos, la resurrección de Tabita y de otro joven que estaba en un funeral, Cristo que caminaba sobre las aguas.

Vivieron algo que ni siquiera habrían podido imaginar, la vida de todos los días ya no tenía importancia para ellos. ¿Qué importancia podía tener para Pedro ir a trabajar si Cristo estaba allí? ¿Créeis que a Mateo le importaba seguir cobrando impuestos si estaba cerca de Cristo? Cuando el Señor murió quedaron llenos de dudas porque habían perdido la fe temporalmente. Entonces Cristo se les apareció en el Cenáculo y se alegraron, pero cuando pasaron algunos días comenzaron a preguntarse por qué el Maestro no volvía a aparecer, sabían que había resucitado, Lo habían tocado, pero Él no se dejaba ver.

La vida cotidiana seguía su paso y un día Pedro les dijo a los demás: "¿Qué comemos? ¿Qué hay para comer? Nada. Entonces ¿Qué hacemos?" "No sabemos qué hacer" respondieron Juan y los demás, eran cuatro o cinco. "¿Qué haremos? ¿Tendremos que pedir un préstamo? Vayamos a trabajar. ¿Cuál es nuestro trabajo?

"Somos pescadores, hemos tomado prestada una barca, vamos" y se dirigieron a Cafarnao. Entonces pasaron toda la noche en el mar para poder comer ellos y sus familias pero no pescaron nada, ni siquiera un solo pez. El Maestro había resucitado hacía apenas cuatro días, no habían pasado dos mil años, sin embargo volvieron tristes a tierra firme, mientras se preguntaban cómo hacer y dónde estaría el Maestro, porqué no habían pescado nada. A lo largo del camino vieron un fuego encendido en la playa y a un hombre que estaba asando un pescado y que a su lado tenía un canasto lleno de pescados.

Solo después de un rato se dieron cuenta de que ese hombre era el Cristo y que dirigiéndose a ellos les dijo:

- "¡Oh! ¿Cómo estáis? No habéis pescado nada ¿Cierto?" 

Y ellos le respondieron:

- "No, Señor, lamentablemente no hay peces".

- "¿Cómo que no hay peces? Regresad a la barca y trasladaos hacia la izquierda". 

Jesús les dio las coordenadas marítimas a las que tenían que ir a pescar. Los apóstoles le obedecieron y recogieron tantos peces que las redes no eran suficientes para contenerlos a todos y tuvieron que pedirle ayuda a otros pescadores. Por lo tanto Cristo hizo otro milagro.

Pero ¿Cuál es el significado de todo esto, qué enseñanza nos quiere dar el Maestro?

Que lo único que necesitamos en la vida es tener una fe fuerte, porque tenéis que recordar, Él estará siempre presente, por más que nos toque atravesar momentos de gran crisis, de profundo sufrimiento en los que ya no nos quede nada. Esto ocurrirá en el tiempo en el que se manifiesten las grandes señales en el Cielo, pero la vida de todos los días no va a cambiar.

Nuestra fe tendrá que ser la que nos haga decir: Jesús está, estará y nos ayudará siempre.

La tentación es y será la de pensar: "Y si, no tengo nada, no puedo hacer nada, hasta Cristo se ha olvidado de mi". No es así.

No podemos pensar:

"Pero si soy un iniciado ¿Cómo es posible que tenga que servir a Cristo y que no tenga nada para poder hacerlo? No tengo la posibilidad material para poder hacerlo". Hace dos mil años Cristo resucitó sin tener nada. Él nos pone a prueba minuto a minuto, segundo a segundo, día a día, nosotros tenemos que tener siempre el más alto nivel de fe, de lo contrario la misma se debilita lentamente.

¿Podrías explicar mejor el papel de todos nosotros en la época de Cristo?

Vuestro papel en la época de Cristo fue el de reconocer al Mesías y de dar testimonio diciendo: "Él es el hijo de Dios, quiero ser Su discípulo". En vuestras reencarnaciones anteriores habéis dado testimonio de Su verdad, es por ello que hoy estáis aquí y es por ello que el maligno os quiere hacer caer y lo quiere hacer con el germen de la división. Cuanto más unidos estáis, más aún os convertiréis, en discípulos de Cristo.

Pero solo la unión no es suficiente para poder ser discípulos de Cristo porque si estuviéramos unidos pero no fueramos operativos seríamos una secta. Tenemos que estar unidos, y cuando digo unidos me refiero a unidos interiormente, y al mismo tiempo divulgar el mensaje. Tenemos que ser amigos entre nosotros, transmitir el mensaje y apoyar a los justos que, a pesar de que no formen parte de nuestra Obra, están con Cristo.

Todos aquellos que están con Cristo están con nosotros. El Señor reprendió a Juan precisamente por este motivo y hoy no repetirá el mismo error. Este hecho ocurrió cuando encontró a un hombre que predicaba el mensaje de Cristo y ayudaba al prójimo pero no formaba parte de los doce apóstoles, ni de los setenta y dos discípulos, ni del grupo de Jesús.

Entonces Juan le dijo a Cristo:

"- Señor ese hombre habla de Ti pero no está con nosotros ¿Por qué se lo permites?"

Y Él lo miró y le dijo: 

"- Juan ¿Pero qué hace este hombre?"

Y Juan le respondió:

"-Habla de Ti". 

- ¿Y qué dice?" preguntó Jesús:

"Te reconoce respondió nuevamente Juan"

- Entonces, dijo Cristo:

"- Quien está conmigo no está en contra de mi. Dejalo tranquilo".

Estos son los justos que se encuentran afuera de la Obra pero a los que nosotros tenemos que apoyar.