El calendario impuesto dice que hoy 12 de Octubre 2020.

A 528 años de la invasión a nuestros territorios y arrebatamiento de la libertad de nuestros pueblos, la tierra es testigo de como la historia se repite.

Con la llegada del invasor llego también nuestra esclavitud, nuestra libertad de entonces era tan plena y absoluta que incluso muchos pueblos no tenían palabras para nombrarla, se definía en nuestra relación con la Mapu, con la Pacha, con los espíritus de la naturaleza, con nuestro andar en reciprocidad.

528 años después nuevamente tenemos que hablar de libertad, con un encierro impuesto e invasores renovados, los métodos cambian, guerras de baja intensidad, virus, miedos, medios de comunicación racistas y manipuladores, pero el propósito es el mismo.

¡La rebelión de las flores continúa! Nosotras mujeres indígenas guardianas de los territorios elevamos la voz desde la tierra, en este movimiento estamos juntas, hoy nuestra palabra es más urgente que nunca, la palabra profunda. Estamos de pie, somos flores nativas, habitamos en la raíz rebelde, en cada montaña, en cada lago, en cada árbol, estamos sosteniendo la vida.

¡Decimos Basta al chineo! ¡Basta! ¡Demandamos que dejen de quemar los bosques, montes y humedales para sus negocios inmobiliarios! ¡No a la megaminería! ¡Basta de sus represas y su represión! No al acuerdo por las megas factorías de cerdos con China, ni en noviembre ni nunca! Exigimos y caminamos hacia la libre determinación de nuestras cuerpas, de nuestros territorios y de nuestros pueblos.

Exigimos la liberación inmediata de las fronteras de los estados coloniales para la libre circulación de medicina ancestral para sanar, defendemos el derecho al buen vivir.

La Cordillera no es frontera. Por el retorno de la Machi Maum a su rehué y todas nuestras autoridades ancestrales a sus territorios.

La Pacha, la tierra, la Mapu, Ibi, Haru, se manifiesta y es testigo de todo, sabe quienes somos, nos esta hablando, si tan solo escucháramos como lo hacían nuestros ancestros y ancestras.

La tierra es testigo del amor, de nuestra fuerza del caminar juntas. La tierra testigo de todo.

12 de octubre, Día de la Resistencia Indoamericana.

¡Basta de Terricidio!

No hay nada que festejar.

Estoy en Mar del Plata, República Argentina, hoy es un día muy especial, muy particular, 12 de octubre día del genocidio más grande de la historia de nuestro país tristemente, esa es nuestra realidad.

No hay ningún 12 de octubre ni ningún descubrimiento de américa, ¡aquí nosotros ya estábamos! Soy Marisa Oroza, descendiente de pueblo Mocoví por parte de abuela y vía Guaraní, por parte de abuelo.

Con muchos conocimientos ancestrales, con muchos encuentros con abuelitas informantes que me han sabido enseñar mas allá de lo que yo misma traigo como esencia pura porque así lo dispuso Dios, no yo. Sigo el camino de la enseñanza de los valores de los principios y muchas de las cosas que hago, son las mismas que hacían nuestros antepasados.

Me gusta pararme delante de la flor más pequeña que está a ras del piso prácticamente y observar su belleza, como también me puedo quedar parada delante de las flores que estén a mi altura, adoro los árboles, amo a los pájaros, los caballos y los perros, tres de los animales que si les hablamos, pueden comprendernos; porque los pájaros pueden repetir nuestras palabras no así el perro, no así el caballo, pero si comprenden perfectamente lo que les estamos diciendo y obedecen a lo que les podemos llegar a enseñar.

Por eso es importante tener en cuenta, justamente en este día "Día de la Diversidad Cultural" según unos cuantos que nosotros no lo aceptamos así, nosotros no somos ninguna diversidad cultural, ¡nosotros somos una cultura diferente que ya estábamos aquí antes de que las tres carabelas llegaran!

Te voy a citar un ejemplo: Si tu mandas a talar un árbol de los mas grandes de la selva, indudablemente a cada cimbronazo que da el hacha en el tronco el árbol se mueve, se sacude, sufre porque lo siente y vos, ambicioso por la madera del árbol seguís talándolo sin pensar cual es la misión del árbol al momento justo en que vos le vas dando un hachazo, porque el árbol florece, el árbol da sus frutos y el árbol tiene semillas. Puede que en el momento en que tu lo estés hachando y al sacudirlo tanto al árbol, sus semillas queden diseminadas por el piso, ciento de miles de semillas que comieron los pájaros u otros animalitos y que comemos incluso nosotros también del fruto y de la semilla de ese árbol.

Así hemos sido visto nosotros por estos señores que un día llegaron acá, pensaron que mataron a todos, creyeron que mataron a todos pero quedamos las semillas. Así como el árbol tiró todas sus semillas a la tierra y nacieron con el tiempo nuevas plantitas de ese árbol, así nosotros quedamos siendo esa semilla. ¡Si, esas semillas tan valiosas y tan fuertes como somos nosotros! No somos guerreros, no nos gusta pelear ni nos gusta discutir, somos pasivos, somos mansos, somos sensibles, somos trabajadores. Cada uno tenemos una artesanía distinta para hacer dependiendo del lugar donde vivimos, los wichi en Formosa trabajan el palo santo, las mujeres el chaguar. En Santa Fe muchos Mocovies trabajan mucho la arcilla haciendo cuencos y distinto tipo de artesanías útiles para la casa. Los mapuches tejiendo en sus telares la lana de sus propias ovejas que crían para sus propios abrigos y lo que resta, se vende para subsistir en el resto de las cosas que hacen falta.

Aún seguimos sometidos en distintas comunidades de nuestro país que yo visito y por lo que tengo conocimiento absoluto de lo que ocurre. La falta de una salita de primeros auxilios, la asistencia médica aunque sea una vez al año. Las violaciones de los blancos que por ahí aparecen y como cada uno es libre de andar por donde quiere, porque el territorio es libre para andarlo, también suceden cosas horribles hoy por hoy.

¡Tanto tendría para contarles!, y tanto tendría para mostrarles que sería muy largo de explayarme en todos los conocimientos de cada una de las comunidades que visito, viajando con médicos a hacer relevamientos de salud para saber que les está pasando, saber cuanto duele, ¡Cuanto! ¡Cuanto! ¡Cuanto duele ver parir una madre mordiendo un trapo y nadie se entera que ella parió un hijo porque no hubo un solo quejido!

Nadie deja un abuelito ni abuelita abandonado a la buena de Dios. De día los cuidan los mayores, de noche todos los jóvenes. Yo he sido parte de todos ellos en la noche como músico que soy, como cantora que soy, y cantábamos toda la noche, jugábamos al Ta Te Ti que me habían enseñado, saltábamos la soga, mientras tanto íbamos pasando la noche, nosotros estábamos velando por la abuelita que estaba adentro de un ranchito, y la abuelita aún estando mal escuchaba que afuera había alegría y ella, renovaba su espíritu en alegría al escuchar que afuera reíamos. De día, las criaturitas chiquitas van y viene, van y vienen y también son portadores de alegría.

Así es como se manejan en las comunidades, así es también como se sufre cuando no hay para comer, ¡no hay! cuando hay que decirle a una criatura no hay, ustedes no se imaginan lo que duele, ¡lo que duele!

Este es el aporte que quiero dejarles en este día que para nosotros es muy triste porque aún tenemos comunidades, muchas, miles, sin ninguna clase de ayuda social, sin ninguna clase de ayuda cultural, sin ninguna clase de educación, tristemente esta es la realidad del tiempo de hoy, no fue así ayer.

¡Antes de que llegaran los que dijeron venir a descubrir América, que risa! Un territorio completamente poblado y sin delimitaciones con alambre de púas ni nada por el estilo.

De chile se cruzaban al territorio argentino hoy, nosotros no le pusimos el nombre Argentina, nosotros no elegimos ese nombre. Simplemente era un territorio de todos, pasábamos los Mapuches para el otro lado de lo que hoy es Chile y los de Chile pasaban para este lado, acá Mapuches y allá Mapuches.

Hay algo que les quiero decir por si se les escapó en algún momento de la historia y es que JAMAS, JAMAS San Martín hubiera cruzado los Andes, si no se hubiese hecho amigo de los Mapuches que sabían muy bien por donde debían atravesar la Cordillera de los Andes para llegar hasta Chile, eran muchos Mapuches, fuertes, aguerridos por el frío, por el viento, por la nieve, por eso la mayoría del ejército de San Martin en su mayoría morían en el camino, pero no se murieron los Mapuches que siguieron a libertar Chile.

Por eso hay que tener buena memoria ya que el que pierde su memoria pierde su identidad.

La lucha sigue!

ENTREVISTADOR : JUAN ALBERTO RAMBALDO

Programa N° 11

Aquí su música: https://youtu.be/c014fdJnXpM